Quien se ha llevado mi queso: versión financiación para ongs
Hace unas semanas tuvimos una reunión con un responsable público y nos comentó con un tono de asombro: “hemos duplicado las solicitudes respecto al año anterior, cuando la realidad que todos saben es que hemos reducido la cuantía total en menos de un 30% de lo que teníamos”. ¿Qué está pasando?
Las entidades sociales están perdiendo financiación pública, sus fuentes tradicionales están menguando cuando no secándose totalmente. Y ello está provocando un cataclismo en los programas y servicios de las organizaciones, así como en la estabilidad de sus equipos humanos. Se acaba “el queso” de la financiación pública estable (aunque renovable cada año) que hasta ahora habíamos disfrutado. En una realidad en donde las necesidades sociales se multiplican, donde tenemos más personas que nunca a nuestras puertas con problemas graves de pobreza y exclusión.
¿Y qué receta aplicamos? Muchas entidades han redoblado los esfuerzos de sus equipos para buscar más convocatorias, presentar más proyectos, aquellos que en el pasado descartamos porque la financiación era escasa, porque era muy engorroso, o porque teníamos escasas posibilidades, ahora sí apostamos por ello. Así que multiplicamos los proyectos presentados con la esperanza de que a más fuentes, más resultados.
Una esperanza vana, porque sabemos que las administraciones públicas están en su totalidad realizando recortes de gasto, y una de las partidas menos impopulares y también menos visibles (aunque suponen recortes en el estado del bienestar) son las subvenciones destinadas a ongs. Estamos empeñados en buscar el queso donde, objetivamente, sabemos que está agotándose.
¿Y qué hacer pues? Nuestra recomendación es replantearse en su totalidad la economía de la organización. Toca ir a las trincheras y, por un lado, reducir costes lo más posible, ¿puedo buscar un local más económico? ¿Cuánto es mi gasto de teléfono, lo puedo reducir con mejores proveedores, u ofertas, o usándolo menos? ¿Apago las luces? ¿Aprovecho el papel? ¿Mantenemos la empresa de limpieza o limpiamos nosotros? ¿Y los costes de personal, son asumibles, puedo seguir manteniendo la estructura sin poner en peligro la organización?
En un segundo aspecto hay que buscar nuevas fuentes de queso, es decir, se hace necesario replantarse las fuentes de ingresos. Hacer un plan más realista a las circunstancias y aplicar los esfuerzos a otras vías. Tres ideas que seguro son conocidas pero que no viene mal refrescarlas:
1) Aumentar la base social. Disponer de un conjunto de personas comprometidas en el barrio o en el colectivo proporciona una base económica y multiplica las “cabezas y las manos” para colaborar con los fines de la entidad. Muchas entidades han perdido ese pulso con la calle, es hora de recuperarlo con campañas de difusión, convivencias, jornadas de puertas abiertas y un largo etc.
2) Pequeñas y grandes donaciones. Busquemos donaciones de personas individuales o empresas, existen multitud de actividades que podemos hacer para implicarlos en nuestra entidad a través de eventos culturales o sociales, rifas, acuerdos de patrocinio (¡no todos los sectores están en crisis!) y otro largo etc.
3) Prestación de servicios. Quizá debamos de plantearnos pedir algún dinero (aunque no cubra el coste), por alguno de nuestros servicios, o desarrollar otros servicios complementarios relacionado con los conocimientos o las infraestructuras disponibles. Si tenemos un local con aula donde damos clases de español a inmigrantes, ¿podemos ofrecer clases particulares? Si tenemos un taller de artesanía con discapacitados, ¿podemos vender estos productos? Si tenemos un conocimiento de un entorno geográfico por nuestro esfuerzo por conocer y preservar el medio ambiente, ¿podemos hacer guías turísticas de la naturaleza? ¿actividades extraescolares o salidas escolares?
En el pasado el paradigma de la gestión de la ONG se basaba en la captación de unas pocas fuentes (la mayoría públicas) que cubrían el coste de los servicios, destinando nosotros el esfuerzo a la gestión de los programas, a la prestación de servicios a nuestro colectivo. Ahora, en cambio, el reto es que tendremos que hacer un doble esfuerzo, por un lado, conectar a la sociedad con problemas de sus colectivos más vulnerables, y ello implica sensibilizar, implicar a nivel de trabajo y captar donantes; y por otro, efectivamente aportar soluciones para resolver y/o paliar las dificultades sobre las que trabajamos.
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[…] han perdido con el tiempo. Y como en el famoso libro Quien se ha llevado mi queso (si les interesa hicimos una reflexión versión ONGs) se han quedado en parálisis ante el nuevo […]